29/12/13

Noche en Escarlata

Esta Nochevieja no iba a ser como las demás; habíamos quedado sólo nosotros dos, y tras una ligera cena a base de marisco, carne y unas copas de champán, pasamos al sofá.

Le agarré de la corbata y tiré de él hacia mí, para besarle lentamente mientras le acariciaba la nuca y jugaba con su lengua en mi boca. El respondió besándome con más intensidad, me cogió por la cintura y me sentó sobre su regazo. Sus manos se dirigieron a mi espalda y comenzaron a bajar la cremallera de mi ajustado vestido rojo; dejándome solo con un sujetador y tanga de color escarlata. Luego sus manos me quitaron el vestido y siguió besandome por el cuello y el pecho; tiró a un lado el sujetador y tomó mis pechos con la mano a la vez que succionaba y mordisqueaba mis pezones. 

Entonces, le quité la corbarta y desabroché los botones de la camisa para recorrer su cuerpo besándole hasta llegar al ombligo; luego hice lo mismo con su cinturón y su pantalon, dejándole únicamente en boxer. Me hice a un lado y empecé a masturbarle lentamente con la boca, lamiendo lentemente desde la base hasta el glande, e introduciendolo en mi boca. 

Cuando su respiración se hizo más agitada; me tendió sobre el sofá, deslizó hacia un lado el tanga rojo y comenzó a masturbarme, primero haciendo círculos sobre el clítoris y luego con un par de dedos en mi vagina, lo que provocaba que leves gemidos escaparan de mi boca. 

En ese momento, se colocó sobre mi e introdujo su miembro en mi húmedo interior, lo más profundo que pudo y  luego siguió embistiéndome cada vez más rápido mientras me besaba; mis manos recorrían su espalda hasta que una sacudida recorrió nuestros cuerpos, mezclandose nuestro orgasmo con las campanadas que anunciaban el nuevo año. 




14/12/13

Pasión de hielo y fuego

Las vacaciones de este invierno estaban siendo bastante buenas, ya que habíamos alquilado una cabaña de madera en un pueblo aislado. Después de cenar, estábamos tumbados en la alfombra, tomando una copa de vino mientras contemplábamos el fuego, resguardados de la gran nevada que caía fuera. 

Entonces, él se acercó y empezó a besarme el cuello, subiendo despacio hacia mi oreja y mordisqueándome el lóbulo a la vez que su mano se introducía por debajo de mi suéter. Entonces, dejé la copa de vino a un lado, le tomé de la barbilla y empecé a besarle suavemente en la boca. Mis manos empezaron recorriendo su cuerpo sobre la ropa, para acabar acariciándole debajo de ella. 

Fuimos desnudándonos mutuamente, hasta dejarle tendido sobre la alfombra. Después me acerqué a la cubitera donde estaba la botella de vino, para coger un par de hielos. El primero se deshizo lentamente mientras le recorría el cuello y el torso, quedándose muy cerca de su ingle; lo que provocó que su cuerpo se estremeciera. Por lo que, en ese momento, me quitó el otro hielo y empezó a deslizarlo por mi garganta, para ir descendiendo lentamente por mis pechos y pezones. 

Entonces me dijo que esperara, y un instante después apareció con un bote de acetite corporal con olor a frutas del bosque. Puso un poco en su mano y siguió jugando con mis pechos, mi cintura y nos fuimos turnando haciéndonos masajes mutuamente; hasta que la pasión era demasiado fuerte.

En ese momento, me tumbó sobre la alfombra y empezó a besarme de nuevo, desde la boca para recorrer mi cuerpo, hasta que su boca a pocos centímetros por debajo de mi ombligo; y empezó a lamer y mordisquear levemente mi clítoris, haciendo círculos para seguir hacia mi vagina, introduciendo primero la lengua y luego un par de dedos, lo que provocó que un gemido escapara de mi boca, arqueándome la espalda. 

Se incorporó, y se colocó sobre mi, para empezar a penetrarme lenta y profundamente; de modo que nuestros cuerpos se balanceaban con cada embestida, acelerando cada vez más y entrecortando nuestra respiración. Mis piernas abrazaron su espaldas mientras el ritmo se volvía cada vez más frenético hasta que al unisono, alcanzamos el orgasmo y un escalofrío nos recorrió; dejándonos completamente extasiados con el fuego reflejándose en nuestros húmedos cuerpos. 


6/12/13

Tarde de película

Era una tarde un poco fría, así que habíamos decidido ir al cine. La película era un poco aburrida, por lo que entre palomitas, coloqué mi cabeza en su hombro, inspirando esa colonia que tanto me gustaba y que me impedía concentrarme en nada más.

Estábamos sentados solos, por lo que coloqué mi mano sobre su rodilla y empecé a subirla poco a poco, acercándome lentamente hacia su ingle. Me giré y le miré a los ojos, preguntándole si quería que siguiese o no. Al ver que no me detenía, seguí subiendo hasta posarla sobre su entrepiera. Oí como su corazón se aceleraba y empecé a acariciarle y frotarle, notando la dureza que sus pantalones trataban de contener, lo que me excitaba aún más. 

Luego, desabroché su cinturón, el botón y bajé la cremallera, para sacar lentamente su miembro erguido y comenzar a masturbarle lentamente; lo que provocó que me besara apasionadamete en la boca, el cuello mientras sus manos recorrían mi cuerpo, buscando mis pechos entre la ropa.

Conforme aceleraba el ritmo, oleadas de placer recorrían su cuerpo, hasta que finalmente alcanza el orgasmo y me agaché para lamer lentamente su pene, disfrutando de su sabor; lo que prolongaba su orgasmo hasta tal punto que tuvo que susurrarme que parase. En vez hacerlo, seguí lamiendo con más ahínco; de modo que si quería detenerme, tendría que torturarme de placer hasta que no pudiera mover un músculo más. 

Entonces, como si hubiera leído mi pensamiento, posó su mano en mi vientre y fue bajándola poco a poco, sorteando las bragas y el pantalón sin siquiera desabrocharlo, mientras yo continuaba lamiendo. Después llegó a mi clítoris, jugando con él en círculos y dando suaves pellizcos con las yemas de los dedos, humedeciéndome aún más, por lo que fui lamiendo más lentamente, y dejé escapar algún gemido aún con la boca ocupada. 

Finalmente, me desabrochó el pantalón y apartó mis bragas a un lado, para masturbarme con más soltura, introduciéndome primero dos dedos, y luego un tercer dedo, mientas su pulgar seguía jugando con mi clítoris; ambos aceleramos hasta que él alcanzó el segundo orgasmo en el interior de mi boca y yo a la vez, entre fuertes respiraciones; quedando ambos extenuados hasta el final de la película. 


29/11/13

Playa y helados

Ese verano había ido de vacaciones con los colegas a la playa. Habíamos acampado por ahí cerca y nos fuimos a bañar. Después de hacer un poco el tonto en el agua, salí a por una cerveza y cuando termine de echarle un trago, la vi. Ella estaba sentada, con un precioso y ajustado bikini blanco, tomándose un helado, lamiéndolo lentamente, que empezaba a derretirse por su mano y amenazaba con gotear sobre ella.

En ese momento tuve que darme la vuelta y tumbarme boca-abajo, disimulando la erección. Poco después llegaron el resto de mis colegas y empezaron a hacer bromas descaradas de mi situación. Cuando fui suficiente persona para poder sentarme, vi que ella estaba riéndose con sus amigas, las cuales me no dejaban de mirarme y seguir partiéndose de risa. 

Nos volvimos al agua poco después y ella y alguna de sus amigas se apuntaron. Me acerqué a presentarme y hablar un poco con ella; y en aquel momento, una gran ola nos pilló desprevenidos, y con ella se fue la parte superior del bikini. Ella trató de taparse los pechos con las manos y avisar a sus amigas, y al verme tan cerca, se sumergió inmediatamente sonrojada.

Mis amigos, me pasaron el bikini, y me lanzaron una mirada, de "es tu oportunidad, tío". Me acerqué a ella y le tendí el bikini bajo una promesa, vernos esa noche en la playa. Como empezábamos a morirnos de hambre, recogimos las cosas y me fui pensando en qué pasaría más tarde.

Esa noche nos encontramos todos en al arena, en torno a una hoguera con música de fondo, mientras bebíamos alcohol y pasábamos el rato jugando al yo nunca. El ambiente se iba caldeando por momentos; así que le sugerí ir a dar por ahí una vuelta. Tras un rato caminando y hablando de tonterías, encontramos una zona apartada y nos paramos allí. En ese momento no pude aguantarme más, la agarré por la cintura y empecé a besarla, y ella respondió, jugando también con mi lengua. Mis manos acariciaron su nuca, su cuello.

Nos tumbamos sobre la arena y empezamos a desvestirnos mutuamente. Ella continuó besándome en el cuello, bajando por el pecho y a enredar por mi ombligo, lo que me provocaba unas ganas increíbles de que siguiera. Entonces ella empezó a masturbarme rápidamente, y cuando vio que estaba cerca, enlenteció el ritmo, y poco a poco volvió a acelerar. Yo no iba a ser menos, así que empecé también a masturbarla, primero jugando con su clítoris y luego, cuando estuvo más húmeda, introduciendo mis dedos en su vagina. En ese momento, ella me recostó sobre la arena y se colocó sobre mí. Se acercó a besarme y me susurró que ahora si que iba a ver las estrellas; introdujo mi miembro en su interior y fue marcando el ritmo con sus caderas, acelerando continuamente, hasta que llegamos al orgasmo y gemimos.

Solo entonces nos dimos cuenta que no estábamos tan lejos de la hoguera como habíamos pensado y que la música se había acabado. Nos miramos, sabiendo que nos habían oído nuestros amigos.


23/11/13

Love in a elevator

El calor de agosto era insoportable; además estar en casa con mis padres no era muy divertido. Lo único que me animaba eran las vistas, no conseguía sacar a mi vecina de la cabeza. Ella vivía al otro lado del patio, quedando mi habitación enfrente de la suya, de modo que verla todos los días en sujetador y shorts por su habitación me estaba volviendo loco. Era un pibón, alta, morena, estilizada y con unos pechos que hipnotizaban.

Como me di cuenta que seria incapaz de hacer algo útil esa tarde, me duché y me puse unos pantalones y una camiseta para ir al gimnasio, a ver si me despejaba. Entré en el ascensor, y mientras me ataba las zapatillas, ella entró. Me recompuse como pude y pulsé el botón para bajar. 

Ella llevaba puesta una camisa muy ajustada y una falda con una abertura en el lateral, que mostraba más muslo de lo que era capaz de aguantar. Entonces, el ascensor se paró, nos miramos sorprendidos y tratamos de pulsar los botones para abrir y llamar si nos oía alguien; pero al parecer, todo el mundo estaba disfrutando en la calle.

En el pequeño ascensor cada vez hacía más calor, ella se sentó en el suelo, lo que provocó que su falda aún se hiciera más corta y la camisa se ajustó más a su pecho, de modo que en cualquier momento podría saltar el botón. Aquello me calentó aun más y tuve que sentarme y para disimular, me quité la camiseta y la coloqué en mi regazo.

Sin embargo, fue demasiado tarde, porque ella vio el tremendo bulto que se estaba formando en la entrepierna del joven, lo que provocó que se mordiera el labio pues era demasiado grande, y no podía reprimir la curiosidad. Además, sus anchas espaldas y los brazos moldeados tampoco le ayudaban a mantener la calma.

Ella comenzó a desabrocharse la camisa, empezando por los botones de abajo; de modo que sus pechos casi se desbordaban del sujetador cuando terminó de quitársela. Traté de apretar más la camiseta en mi regazo para disimular, pero provocó el efecto contrario, excitándome aún más, por lo que desistí y arrojé la camiseta a un lado. 

Me acerqué a ella, la tomé por la cintura y comencé a besarla, mordisqueando su boca, cuello, orejas. Ella respondió con una pasión desbordante, recorriendome con sus manos, hasta llegar al pantalón, desatándomelo y bajandomelo en un instante; lo que provocó que mi miembro se presionara sobre ella al igual que hacían sus pechos sobre mi. Ella dejó caer la falda a sus pies, y no llevaba nada debajo. 

La cara de sorpresa al quitarle los calzoncillos fue mayúscula, pues su imaginación se había quedado corta; su verga era bastante más larga y ancha de lo normal, lo que provocó que se humedeciese tanto que le tomó la mano y le guió para que comenzase a masturbarla.

Esto si que me dejó sorprendido, pero no desaproveché la ocasión, así que jugué con su clítoris e introduje un par de dedos, el tiempo suficiente para oirla gemir...Entonces la tumbé de espaldas y me coloqué entre sus piernas. Introduje mi miembro con cuidado, pues sabia que era un poco mayor de lo normal y no quería hacerle daño, pero ella me abrazó la espalda con sus piernas y me atrajo hacia sí, hasta penetarla completamente. Ella comenzó marcando un ritmo lento pero profundo, pero conforme a nuestras respiraciones se fueron agitando cada vez más, mi instinto pedía más y más, acelerando hasta que pensé que iba a explotar.

Entonces, llegué al orgasmo y la sensación me recorrió el cuerpo entero, dejándome exhausto durante el mismo instante en que ella gritaba de placer... resonando su eco por los pasillos. 

17/11/13

París

Colaboración de Rosa Negra:

Siempre había querido hacerlo en París, así que cuando el atractivo desconocido se sentó a mi lado en la barra del bar y, con un perfecto acento, pidió una copa para mí, no dejé que me pudiera la timidez. Ni siquiera cuando su mano ascendió descaradamente por mi muslo, hasta llegar al borde de la falda.
Me miró enarcando una ceja y me apresuré a cubrirme las piernas con el abrigo, separándolas discretamente para dejarle paso libre.

Acarició mi clítoris por encima de las bragas, haciendo círculos rápidamente, primero delicadamente, aumentando luego la presión. Me mordí el labio para evitar jadear de placer, sintiendo que mi ropa interior empezaba a mojarse. Su pantalón estaba abultado en la entrepierna y sus ojos brillaban de la excitación.

Me levanté despacio y caminé hacia la puerta del bar del hotel, dirigiéndole una mirada invitadora antes de salir.

Y al llegar a la puerta de mi dormitorio, sentí de nuevo su presencia, su aliento en mi nuca, su pecho empujando mi espalda cuando abrí, arrinconándome contra la pared mientras metía las manos por debajo de mi blusa, masajeándome los pechos.


Me desprendí de la falda y de los pantis apresuradamente, mientras él se arrancaba la camisa y dejaba los pantalones abandonados en el suelo.

Nos tumbamos en el suelo, sobre la alfombra, su cuerpo musculado cubriéndome por completo, sus labios recorriendo mi cuello, bajando por mi pecho y tomando mis pezones unos segundos antes de erguirse, sonriendo con presunción y centrarse en mi húmedo clítoris, tomándolo en sus labios y moviendo la lengua con habilidad. Grité de placer y me retorcí, tomando las riendas.


Me senté encima de él y le masturbe despacio, recreándome en el tamaño de su miembro, saboreándolo despacio, hasta que supe que no aguantaría mucho más.

Con determinación, separé bien las piernas y lo introduje dentro de mí, jadeando cuando me llenó por completo, meciendo las caderas hábilmente hasta llegar al éxtasis.

Grité con fuerzas, dirigiendo mi mirada hacia la ventana abierta, que permitía disfrutar de las vistas de la ciudad de la luz.


Sí, siempre había querido hacerlo en Paris.

15/11/13

Cirros

Las vistas desde el globo aerostático eran impresionantes, bajo nosotros había una gran extensión de campos, surcados por un río. La sensación de volar quitaba el aliento.

Entonces él me abrazó por detrás y comenzó a besar mi cuello; luego me giré y empezamos a besarnos los labios, lentamente, mientras mordisqueaba sus labios. Entonces él me lanzó una mirada sugerente y empezó a levantarme la camiseta. 

Le respondí quitándole a él la camiseta y besándole desde la boca al cuello, clavícula mientras mis manos bajaban hacia su entrepierna, poniéndose cada vez más prieta. Él me acarició el pecho, hacia la espalda, quitándome el sujetador. Luego su boca descendió hasta posarse en mi pecho, donde besó, lamió y mordisqueó mis pezones, lo que provocó que un escalofrío recorriera mi cuerpo. 

Entonces, él deslizó su mano entre mi falda, excitándome con dos dedos, primero por encima de mis bragas y luego, dejándolas a un lado, empezó a acariciarme el clítoris en círculos, humedeciéndome, para continuar introduciendo dos dedos en mi vagina.

Poco después me di la vuelta, recostándome sobre la barandilla de la cesta, vestida solo con falda; de modo que el suelo se extendía muy por debajo de mis pies, dándome una ligera sensación de vértigo, pero a su vez eso hacía excitarme aún más. Él se colocó detrás de mí e introdujo su miembro en mi interior, penetrándome lentamente. Conforme fue acelerando, empezamos a jadear; y con cada impulso, la cesta se balanceaba; el placer era más y más intenso con cada embestida, hasta que alcanzamos el orgasmo, dejándonos extasiados a la altura de las nubes. 

8/11/13

Satén

La habitación estaba iluminada únicamente por velas, creando una atmósfera que invitaba a besarse. Me senté en su regazo, besándole suavemente en los labios, jugando su lengua con la mía mientras acariciaba su pelo, su nuca, su barba... Poco después fuimos desvistiéndonos mutuamente, primero las camisetas, los pantalones, calcetines, hasta quedar en ropa interior.

Entonces tomé un pañuelo y le vendé los ojos, me levanté y a él de dejé sentado en aquel sofá de cuero. Me puse unos guantes de satén negros y comencé a acariciarle por la espalda, girando en torno a él, y acariciando sus hombros, pecho, torso hasta llegar al calzoncillo, deslizando la mano hacia arriba y abajo, poniéndose cada vez más y más duro. 

Entonces me arrodillé enfrente de él, y comencé a pasar mis labios por encima, hasta llegar al borde de su ropa interior y se la quité lentamente con los dientes. Después comencé a masturbarle lentamente con los guantes, lo que provocó que un gemido escapara de su boca. Me desabroché el sujetador y con mis pechos empecé a darle placer mientras jugaba también con la lengua, hasta que su respiración se hizo más rápida.

Entonces me quité el tanga y me coloqué sobre el, deslizando su miembro en mi interior, subiendo y bajando, lentamente. Él colocó sus manos en mi cintura, mientras aceleraba cada vez más. Mis pechos subían y bajaban al mismo ritmo. Sus uñas se clavaban ligeramente en mi piel, y entre jadeos el ritmo se volvió frenético, hasta que alcanzamos el orgasmo y un prolongado gemido queda flotando en el aire. 


31/10/13

Cortina

Era una tarde fría en el centro comercial, esa tarde había ido con mi novio a comprar algo de ropa. Tras pasar por unas cuantas tiendas y aburrirle un poco eligiendo varios pantalones; quedé con él en 5 minutos en los probadores. En ese tiempo dejé los pantalones cogí un par de corsés, sujetadores y ligueros que había localizado unos días antes.

Entré en el probador acordado y comencé a quitarme la ropa para ponerme un conjunto de wonderbra negro y blanco con unas bragas a juego. Abrí la cortina y posé sexy sobre el lateral del probador, con el índice sobre los labios.

Él quedó sorprendido y confundido; a la vez que un ligero rubor y brillo en sus ojos asomaban. Cerré la cortina y me cambié por un corsé rojo con cintas y encaje negro, un liguero del mismo color y las botas de tacón de cuero que habría traído. 

Primero asomé una pierna, y después abrí el resto de cortina, posando con las manos sobre las caderas y las piernas separadas; mirándole fijamente. Esto superó sus límites y se acercó hacia mí, buscando con su boca mis labios y mi cuello. Le guié hacia el interior y corrió la cortina un instante antes de que le quitara la camisa y poco después los pantalones. 

Me colocó de espaldas a él, de modo que sus manos recorrían mis pechos mientras su miembro se presionaba cada vez más en mis nalgas. Una de sus manos descendió para quitarme el liguero y luego sus calzoncillos, dejándome solo con el corsé puesto. 

Entonces coloqué mis manos sobre la pared del probador, agachándome levemente. Él introdujo su pene en mi, poco a poco, hasta lo más hondo, deslizándose cada vez más y más rápido, de modo que sentía cada impacto de sus testículos sobre mi con cada embestida. El ritmo se aceleró hasta que una sacudida recorrió ambos cuerpos dejándoles sin aliento. 

25/10/13

Morfeo

Desperté agitada, había vuelto a soñar con él. Esa misma mañana le había visto en el metro, a escasos metros de mi y hace unos instantes soñaba que estábamos en mi cama.

En mi imaginación habíamos ido a mi casa, rasgado las ropas y empezando a besarnos con intensidad. Mis manos recorrieron su torso moldeado en el gimnasio a la vez que las suyas se deslizaban por mi cuello, mi espalda y mis pechos. Mientras nuestros cuerpos se enlazaban, nos lamíamos y mordisqueábamos el uno al otro. Deslizó a un lado mis bragas, me tumbó boca abajo y comenzó a masturbarme y luego me coloco de rodillas, deslizando su miembro por mi vulva, humedeciéndolo hasta penetrarme, primero poco a poco, deslizándose cada vez más rápido mientras me empujaba hacia si agarrándome por las caderas. 

En ese momento desperté, agitada y acalorada, con el corazón palpitando intensamente en mi pecho; sabría que no podría dormir más. Sin darme cuenta, mi mano izquierda estaba jugueteando con mi pecho, pellizcándome los pezones, mientras mi mano derecha se enredaba en mi vello púbico.

Bajé lentamente, describiendo círculos en torno al clítoris, luego aprisionándolo, hasta deslizar un dedo en mi vagina. Al poco se unió un segundo y, jadeando, un tercero. Introduciéndolos cada vez más rápido, mientras escapaban gemidos de mi boca hasta que mi espalda se arqueó y un largo orgasmo recorrió mi cuerpo, dejándome extasiada durante unos instantes.

24/10/13

Vorágine

Él le abrió la puerta... y según la vio, la atrajo hacia sí y empezó a besarla, recorriendo su espalda y su nuca con las manos...cerró la puerta, y acto seguido le quito la chaqueta mientras la besaba con locura.

Ella respondió, besándole apasionadamente, mientras le quitaba la camiseta y la lanzaba al suelo...sus corazones y cuerpos se agitaban en frenesí de camino al dormitorio, dejando por el camino los pantalones.
El se arrojó a la cama y tiro de ella hasta colocarla encima, besándola y fundiéndose uno en el otro mientras le desabrocha el sujetador. Ella notó como se va poniendo cada vez más dura debajo, y sigue besándole en la boca, cuello, pecho; apretándose más contra su cuerpo.

Él se giró y la tumbó sobre la cama; comenzando a lamer y mordisquear su cuello, pecho. Con suavidad sigue hacia sus pezones, jugando, mordisqueando con ellos... de modo que un pequeño gemido escapa de la boca de ella. Él sigue hacia su ombligo y presiona sus labios contra sus bragas, subiendo de nuevo para quitárselas con la boca.

Luego comienza a jugar con su clítoris, en círculos y de arriba a abajo, lamiéndolo e introduciendo levemente la lengua en la vagina; lo que provoca que ella emita otro gemido, arqueando levemente la espalda y clavando las uñas en la cama.

Ella está tan húmeda que no puede resistirse más y le aprieta el miembro, presionando hacia atrás y le quita el calzoncillo, que parece a punto de reventar. Entonces, él la vuelve a tumbar de espaldas en la cama y se coloca encima de ella, introduciendo su pene en la húmeda vagina lenta y profundamente...

Tratando de introducirse completamente dentro de ella, cada vez más y más rápido. Gemidos escapan de ambas bocas, en una vorágine hasta que, a la vez, alcanzan el orgasmo... cálido, ansioso y salvaje que se prolonga durante unos instantes en los cuales son solo una misma entidad.
Luego se besan y abrazan en silencio, disfrutando uno del otro


- Te quiero.

23/10/13

Lingula


Entonces le susurré al oído:

Empezaría besándote en la boca, hacia la oreja y al cuello, mientras acaricio tu nuca y tu pecho; con mi cuerpo pegado al tuyo. Luego te quitaría la camiseta y mientras beso tu pecho, mi mano se deslizaría hacia tu entrepierna, apretándola, de abajo a arriba.

Luego, lentamente, me arrodillaría delante de ti, tomando el cinturón y quitándotelo lentamente, mientras te lanzo una mirada sugerente hacia arriba, entonces, presionaría tu miembro suavemente con mis labios por encima de tus pantalones. A continuación, te bajaría los pantalones y volvería a hacer lo mismo, por encima de tus calzoncillos, recorriéndolo desde la base hacia la punta.

Tu respiración se volvería más agitada y entrecortada, y te bajaría la última capa de ropa, para coger tu pene y empezar a masturbarlo lentamente con las manos; mi lengua húmeda y cálida recorrería cada centímetro de tu piel para acabar introduciéndolo en mi boca. Posteriormente, iría subiendo y bajando lentamente a la vez que mi lengua describiría círculos en el interior.

Es tanto el placer que re recorrería, que tu mano se posaría sobre mi melena rizada, siguiendo el movimiento de mi cabeza, más y más rápido, hasta que no pudieses resistirlo más, llegando al orgasmo en mi boca.

Finalmente, me levantaría y me acercaría a tu oído, para que oyeses como lo tragaba.