Era una tarde fría en el centro
comercial, esa tarde había ido con mi novio a comprar algo de ropa. Tras pasar
por unas cuantas tiendas y aburrirle un poco eligiendo varios pantalones; quedé con
él en 5 minutos en los probadores. En ese tiempo dejé los pantalones cogí un par
de corsés, sujetadores y ligueros que había localizado unos días antes.
Entré en el probador acordado y comencé
a quitarme la ropa para ponerme un conjunto de wonderbra negro y blanco con unas bragas a juego. Abrí la cortina y posé sexy sobre el lateral del probador, con el índice sobre los labios.
Él quedó sorprendido y confundido;
a la vez que un ligero rubor y brillo en sus ojos asomaban. Cerré la cortina y me
cambié por un corsé rojo con cintas y encaje negro, un liguero del mismo color y las botas de tacón de cuero que habría traído.
Primero asomé una pierna, y después abrí el resto de cortina, posando con las manos sobre las caderas y las piernas separadas; mirándole fijamente. Esto superó sus límites y se acercó hacia mí, buscando con su boca mis labios y mi cuello. Le guié hacia el interior y corrió la cortina un instante antes de que le quitara la camisa y poco después los pantalones.
Me colocó de espaldas a él, de modo que sus manos recorrían mis pechos mientras su miembro se presionaba cada vez más en mis nalgas. Una de sus manos descendió para quitarme el liguero y luego sus calzoncillos, dejándome solo con el corsé puesto.
Entonces coloqué mis manos sobre la pared del probador, agachándome levemente. Él introdujo su pene en mi, poco a poco, hasta lo más hondo, deslizándose cada vez más y más rápido, de modo que sentía cada impacto de sus testículos sobre mi con cada embestida. El ritmo se aceleró hasta que una sacudida recorrió ambos cuerpos dejándoles sin aliento.