Esta Nochevieja no iba a ser como las demás; habíamos quedado sólo nosotros dos, y tras una ligera cena a base de marisco, carne y unas copas de champán, pasamos al sofá.
Le agarré de la corbata y tiré de él hacia mí, para besarle lentamente mientras le acariciaba la nuca y jugaba con su lengua en mi boca. El respondió besándome con más intensidad, me cogió por la cintura y me sentó sobre su regazo. Sus manos se dirigieron a mi espalda y comenzaron a bajar la cremallera de mi ajustado vestido rojo; dejándome solo con un sujetador y tanga de color escarlata. Luego sus manos me quitaron el vestido y siguió besandome por el cuello y el pecho; tiró a un lado el sujetador y tomó mis pechos con la mano a la vez que succionaba y mordisqueaba mis pezones.
Entonces, le quité la corbarta y desabroché los botones de la camisa para recorrer su cuerpo besándole hasta llegar al ombligo; luego hice lo mismo con su cinturón y su pantalon, dejándole únicamente en boxer. Me hice a un lado y empecé a masturbarle lentamente con la boca, lamiendo lentemente desde la base hasta el glande, e introduciendolo en mi boca.
Cuando su respiración se hizo más agitada; me tendió sobre el sofá, deslizó hacia un lado el tanga rojo y comenzó a masturbarme, primero haciendo círculos sobre el clítoris y luego con un par de dedos en mi vagina, lo que provocaba que leves gemidos escaparan de mi boca.
En ese momento, se colocó sobre mi e introdujo su miembro en mi húmedo interior, lo más profundo que pudo y luego siguió embistiéndome cada vez más rápido mientras me besaba; mis manos recorrían su espalda hasta que una sacudida recorrió nuestros cuerpos, mezclandose nuestro orgasmo con las campanadas que anunciaban el nuevo año.