15/2/14

Apagón

No paraba de diluviar el ese sábado por la tarde y estaban cayendo numerosos rayos, por lo que quedamos en mi casa para ver una película. Estamos tumbados en la cama, comiendo unas palomitas, yo con mi cabeza apoyada sobre su hombro. Como la calefacción estaba a tope, yo llevaba puesto un pantalón corto y una camiseta de tirantes mientras que él solo vestía una camiseta de manga corta y un bóxer.

A mitad de la película se oyó un trueno muy fuerte y medio barrio nos quedamos a oscuras, durante unos minutos seguimos hablando y comiendo las palomitas esperando a que la luz volviese, pero al ver que tardaba, él me susurró que podíamos aprovechar a hacer algo hasta que regresara la electricidad; a la vez que deslizaba su mano por mi muslo. 

Mientras intuía su silueta, me acerqué lentamente y comencé a besarle, tomando su nuca entre mis manos, y dirigiéndole para que siguiera besándome el cuello hacia el pecho, quitándonos la poca ropa que quedaba. Él tomó mi cuerpo con ansia, y mientras me besaba y lamía un pecho, jugaba con el otro entre sus manos. Luego subió de nuevo hacia mi boca, presionando intensamente su entrepierna entre mis muslos. 

Entonces, le hice a un lado, y me coloqué sobre él y empecé a masturbarle lentamente con la mano, a la vez que empezaba a lamerle desde la base hacia arriba, recorriendo cada recoveco con mi lengua y mis labios. En ese momento, me suplicó que parase y me dijo que me diera la vuelta, para poder torturarme de placer a la vez que yo a él. Era una sensación muy agradable masturbarle y ser masturbada al mismo tiempo, de modo que nuestras bocas se sincronizaban, yo sobre su pene y él sobre mi clítoris, al igual que nuestros jadeos.

Nuestras respiraciones estaban cada vez más agitadas, por lo que le agarré ansiosamente y le tumbé sobre la cama; me coloqué sobre él y le introduje en mi, arqueándome cada vez que entraba hasta el máximo; con nuestros cuerpos iluminándose únicamente cuando caían los relámpagos; aumentando la velocidad y la intensidad hasta que mi espalda se combó y una descarga recorrió nuestros cuerpos, cayendo desplomados entre las sábanas.