11/7/14

Estudiando anatomía

Las épocas de exámenes siempre son muy aburridas, y sobre todo, ahora en verano, con el sol derritiendo las calles y todo el mundo bañándose, yo me sumergía entre montañas de apuntes. Al menos, estaba con mi novio y la tarde se pasaba más amena entre risas y gominolas.

Un par de horas después, mi cabeza ya no podía absorber más información y me quedé mirando como se desesperaba entre las múltiples ecuaciones del maldito ejercicio, frustrado, llenando el folio de tachones. Decididamente, tenía que liberar el estrés que tenia, así que me acerqué a él por detrás y empecé a besarle y morderle el cuello, acariciándole el pecho mientras y bajando hacia su entrepierna para apretarla suavemente. 

Entonces, mirándome sugerentemente dijo: bueno, seguro que los apuntes no me echaran de menos si me ausento un buen rato. 

Aun riéndome, me senté en su regazo y continué besándole impetuosamente mientras notaba como su pene iba creciendo y poniéndose cada vez más duro. Sus manos comenzaron a recorrer mis pechos, apretándolos bajo mi camiseta, la cual poco después fue arrojada al suelo, dejando mis senos al aire. Él fue besándome desde el cuello hacia las orejas y luego, bajando hacia mi pecho, y sin dejar de lamer y mordisquear mis pezones, fue deslizando sus manos hacia mi cintura y mi entrepierna, frotándola por fuera. A continuación, hizo a un lado mis bragas y empezó a acariciar mi húmedo clítoris en círculos, lo que provocó que fuera abriendo mis piernas, aun sentada sobre él, y se fue dirigiendo hacia mi vagina, primero hundiendo un dedo y luego otro.

En ese momento, me tomó de la cintura y me arrojó contra la cama, cogió el lubricante del cajón y se echó un poco sobre los dedos, volviendo a introducirlos en seguida en mi vagina, a continuación entró el tercer dedo y poco después el cuarto, lo que me hizo morderme los labios para que los vecinos no oyeran mis gemidos. Cada vez más dilatada, terminó de meter lentamente lo que faltaba de mano, haciendo que mi espalda se curvara de placer, mientras su miembro cada vez más duro estiraba sus bóxer deseando ser él y no su mano la que estaba dentro de mi. Mi respiración estaba cada vez más agitada, acompasándose con la vertiginosa velocidad con la que entraba su puño en mi vagina, hasta que no pude más y un tremendo orgasmo recorrió cada centímetro de mi cuerpo.

Quedando extasiada sobre las sábanas unos instantes, cuando se calmó mi respiración lo suficiente, me fui acercando a él, y cogiendo la mano con la que acababa de torturarme de placer, comencé a lamer cada dedo, desde los nudillos hasta la yema, mirándole fijamente a los ojos, y luego de dos en dos, lo que provocó que cerrase los ojos y se recostase sobre la cama para disfrutar aun más de la sensación. 

Luego, soltando su mano, subí hacia su cuello, jugueteando con su nuez, y despacio me fui acercando al ombligo, y tomando su pene, fui deslizando mis labios y la lengua por la punta, humedeciéndolo lentamente antes de comenzar a masturbarle con ambas manos, lo que hizo que comenzara a estremecerse de placer. En ese momento, me coloqué sobre él y poco a poco fui introduciendo su miembro en mi interior, moviendo la cadera hasta conseguir que me penetrase profundamente, y cogiendo su mano, la coloqué sobre mi vientre, de modo que pudiera apreciar cada embestida en mi interior. 

Luego fui acelerando, disfrutando del impacto de su pene y testículos contra mi cuerpo, dejando que fuera el instinto el que fuera guiando el ritmo. Sus manos recorrían mi espalda, arañándola ligeramente mientras los quejidos del colchón acompañaban nuestros gemidos, el sudor nos impregnaba hasta que, en una embestida final, el orgasmo paralizó nuestros cuerpos y caí extasiada a su lado, temblando aun de placer. 


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